Cuando la Torá relata la Creación del hombre, en el libro del Génesis, nos dice:
… hizo al hombre, formó al hombre y lo creó. Génesis, 1:26, 2:7, 1:27
También en el libro del Profeta Isaías encontramos el siguiente versículo:
» Todo lo llamado en Mi Nombre por Mí, los creé, los formé, también los hice «. Isaías 43:7
» Todo lo llamado en Mi Nombre por Mí, los creé, los formé, también los hice «. Isaías 43:7
¿Por qué la Torá emplea tres verbos cuando se refiere a la Creación del hombre ?
Hizo, se refiere al mundo de la Acción y al nivel del alma que se llama Néfesh y está relacionado con los instintos.
Formó, nos indica el mundo de la Formación y se refiere al nivel del alma que se designa con la palabra Rúaj y que abarca el aspecto emocional.
Creó, designa el mundo de la Creación y está conectado con el nivel del alma denominado Neshamá, el pensamiento.
Hizo, se refiere al mundo de la Acción y al nivel del alma que se llama Néfesh y está relacionado con los instintos.
Formó, nos indica el mundo de la Formación y se refiere al nivel del alma que se designa con la palabra Rúaj y que abarca el aspecto emocional.
Creó, designa el mundo de la Creación y está conectado con el nivel del alma denominado Neshamá, el pensamiento.
Verbo
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Mundo
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Aspecto del Alma
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Característica humana
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Crear
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Creación
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Neshamá
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Pensamiento
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Formar
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Formación
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Rúaj
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Emoción
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Hacer
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Acción
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Néfesh
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Instinto
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diagrama 1
Estos tres niveles son tres aspectos básicos generales dentro de los cinco que abarcan la totalidad del alma.
Para entender cada uno de estos aspectos hay un ejemplo tradicional, el cual nos relata que el hombre es como un carruaje que se usaba antiguamente como medio de transporte.
En el ejemplo, la carroza simboliza el cuerpo del hombre que por sí solo no puede realizar ningún movimiento. Los caballos que tiran de la carroza son los instintos, el Néfesh, que mueven la carroza físicamente en las diferentes direcciones.
El cochero simboliza la emoción, el Rúaj, quien indica: parar, hacia la derecha o hacia la izquierda, más rápido, más lento, etc.
Pero, cuando el carruaje se encuentra ante la posibilidad de tomar diferentes caminos, ¿quién decide … ?
La carroza por sí sola no puede moverse; los caballos esperan la orden del cochero; y el cochero, ¿a quién obedece … ?
… al pasajero, a quién no vemos pero es el que hace que todo se mueva y gire en torno a su voluntad, ya que él fue quien «contrató» a la carroza con los caballos y al cochero para conducirlo hacia su «destino» .
La Neshamá, esencia interior del alma, está representada por el pasajero, y se reviste en el cuerpo a través de los instintos, emociones y pensamientos para llegar a su objetivo: la toma de conciencia de su naturaleza y su función en el mundo, para luego fusionarse concientemente con la Luz Infinita.
Para entender cada uno de estos aspectos hay un ejemplo tradicional, el cual nos relata que el hombre es como un carruaje que se usaba antiguamente como medio de transporte.
En el ejemplo, la carroza simboliza el cuerpo del hombre que por sí solo no puede realizar ningún movimiento. Los caballos que tiran de la carroza son los instintos, el Néfesh, que mueven la carroza físicamente en las diferentes direcciones.
El cochero simboliza la emoción, el Rúaj, quien indica: parar, hacia la derecha o hacia la izquierda, más rápido, más lento, etc.
Pero, cuando el carruaje se encuentra ante la posibilidad de tomar diferentes caminos, ¿quién decide … ?
La carroza por sí sola no puede moverse; los caballos esperan la orden del cochero; y el cochero, ¿a quién obedece … ?
… al pasajero, a quién no vemos pero es el que hace que todo se mueva y gire en torno a su voluntad, ya que él fue quien «contrató» a la carroza con los caballos y al cochero para conducirlo hacia su «destino» .
La Neshamá, esencia interior del alma, está representada por el pasajero, y se reviste en el cuerpo a través de los instintos, emociones y pensamientos para llegar a su objetivo: la toma de conciencia de su naturaleza y su función en el mundo, para luego fusionarse concientemente con la Luz Infinita.
A dicho objetivo se puede arribar a través de dos caminos:
1) Con conciencia, cuando los tres aspectos del alma (pensamiento, emoción y acción) están en armonía con las leyes que rigen la Creación, o
1) Con conciencia, cuando los tres aspectos del alma (pensamiento, emoción y acción) están en armonía con las leyes que rigen la Creación, o
2) Con sufrimiento, cuando los caballos, el cochero y el pasajero están en desacuerdo. De lo cual se deduce que si el hombre piensa de una forma y siente de otra, sus actos lo conducirán inevitablemente al sufrimiento.
Así como hay leyes que rigen los fenómenos físicos, como ser la ley de gravedad, etc., también hay leyes que rigen los planos instintivos, emocionales, mentales y espirituales. La verdadera libertad surge cuando el hombre obra en concomitancia con esas leyes y no simplemente de acuerdo a su sentir momentáneo, instintivo y/o emocional.
Por eso el judaísmo, a través de la Torá y las mitzvót, es un estudio y un entrenamiento constante en adaptar las características humanas a las leyes superiores que rigen todos los planos de la Creación. La Torá nos transmite las leyes objetivas que rigen la vida y la Creación, y las mitzvót nos proporcionan los elementos prácticos, que cuando son bien aplicados, nos ayudan a dirigir nuestros deseos hacia el bien de nuestros semejantes y el nuestro propio, transformándonos de esa manera en «socios activos del programa de la Creación».
Jaim Zukerwar
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